Mucho amarillo en el Pizjuán

logo_small_new.gifLa marea amarilla se dejó notar en Sevilla 

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El primer desplazamiento del Cádiz con rival andaluz no se hizo esperar. Había ganas, muchas ganas, entre los cadistas de retornar a Sevilla. Más de una década de ausencia le borra la memoria amarilla al más pintado.

Claro que aún ni siquiera quedan lejos esos partidos matinales ante los filiales sevillistas o béticos. De hecho, el último fue también en el Pizjuán y con Jose de entrenador amarillo. También de noche, y en miércoles, como ayer. No obstante, las diferencias con entonces fueron evidentes. Y no es por los años y experiencia que separan a Espárrago del anterior inquilino del banquillo cadista; tampoco por el resultado final. Ayer jugamos en Primera, con un Estadio no vacío y desangelado como aquella última vez.  Era la duodécima visita del Cádiz con sus mejores galas. Así lo entendió la afición cadista que se desplazó en número cercano a los 2000 aficionados, a pesar de que se trataba de un día laborable. Aunque el partido estaba considerado de alto riesgo, ningún incidente, salvo las provocaciones esporádicas que desde el gol norte se escuchaban de vez en cuando. Llamó la atención una pancarta en el sector cadista más numeroso del estadio: «Sevilla-Cádiz: rivales, pero amigos». Ninguna pancarta o mensaje alusivo al Cádiz vimos entre los sevillistas.La cordialidad y el acercamiento entre las aficiones ha sido una de las notas más destacadas por la prensa de un partido que se temía por hechos pasados. Tampoco ha pasado desapercibido el amplio número de cadistas que tiñeron de color amarillo el Pizjuán. Según el Diario AS, sólo una vez antes (en un Sevilla-Málaga de 1998, en segunda división, en el que el Málaga se jugaba el ascenso a Primera y acudía con 4.000 seguidores) un equipo había contado con tanto apoyo en las gradas. Citan los 400 que acuden del Betis o los pocos que llevó el Valencia cuando celebró la liga en el 2004.

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