Vasallos que buscan buen Señor
Ha caído en mis manos un escrito antiguo, que no se si es real o si forma parte de un cuento o novela ancestral. Se basa en una carta dirigida por un labrador a su Rey pidiendo Justicia por la situación de abandono en que se encontraba inmersa su comarca. Yo lo pongo en ojos de ustedes sin que necesariamente tenga que ser extrapolado a cualquier situación del presente. Dice así:Muy noble y Majestad de todas las tierras por vuesa alteza habilitadas y por nuestras humildes personas mantenidas. Le remitimos esta carta en la súplica de que tras ser leídas esta líneas, vuesa merced tenga a bien entender los motivos que nos causan tristeza de espíritu, temor por el futuro y considere oportuno ejercer la justicia que a nuestro entender este asunto merece.
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… De nuestro esfuerzo no se ha sacado ni real, ni maravedí…» |
Recordará, elevada Majestad, que hace unos años nuestras tierras pasaban por un mal trance ya que la protección y las condiciones que nos ofrecía nuestro señor noble en aquel tiempo dejó mucho que desear, abandonándonos a nuestra suerte que no era otra que la ruina y el hambre. En aquellos tormentosos momentos apareció Don Rodrigo De la Vera y Olivares que se ofreció a hacerse cargo de los territorios, velar por ellos y su producción con la condición de contar con el apoyo de la Corona. Y así ocurrió.Don Rodrigo nos pidió colaboración y esfuerzo para levantar estas tierras a su mejor nivel no pudiendo ofrecer grandes medios debido a que eran muchas las cargas a las que debía hacer frente como consecuencia de los despilfarros de los anteriores propietarios. Es así que con gran trabajo, los habitantes con los modestos medios que dispusieron, se empeñaron en conseguir hacer de esta comarca un ejemplo de producción y riqueza. Tanto es así que vinieron grandes cosechas, de las cuales no se percibieron las partes correspondientes porque Don Rodrigo decía seguír haciendo frente a las deudas. Así con esta parquedad seguimos en nuestro empeño temerosos de que todo volviese a las antiguas tribulaciones. Don Rodrigo nos garantizaba al menos la estabilidad.Entre tanto nuestro Señor solicitó a la Corte los reales necesarios para formar a la población, tanto en las labores de labranza, en la cría del ganado como en la formación académica de aquellos que prestasen mejor naturaleza para ello. Nos consta que que su Majestad cumplió religiosamente con aquellos pagos de ayuda. Un día Don Rodrigo anunció sentirse cansado e incapaz de proveer de mejores medios para logros mayores y negoció la venta de estas tierras a un nuevo señor, Don Arturo de la Balda. El alto precio que pidió por ellas fue en principio aceptado pero el nuevo señor al comenzar la explotación se sintió engañado porque en los silos no había el grano prometido, el ganado estaba enfermo y las tierras no estaban preparadas, como le aseguraron, para comenzar a cultivar. De esta manera Don Arturo de la Balda no formalizó la compra y Don Rodrigo debió continuar haciéndose cargo de ellas.Desde entonces parecemos abandonados a nuestra suerte pues nuestro señor nos dice que si las cosas están peor es por los derroches de Don Arturo, nos insiste que sigue pagando deudas, pero recientemente se ha sabido que debe estar mucho por pagar porque se ha declarado insolvente. De tal manera que nuestro trabajo de repente ha caído en saco roto. De nuestro esfuerzo no se ha sacado ni real, ni maravedí, nuestros hijos han aprendido el oficio por su cuenta y aquellos que fueron a sacar el bachiller no saben si podrán finalizarlo, porque de las ayudas de vuesa Majestad tampoco se sabe gran cosa.En esta desazón nuestra única esperanza es que nuestro señor vuelva a encontrar a algún noble que quiera hacerse cargo de este feudo, pero hemos conocido que aquel que pudo acercarse se le ha pedido tal precio que nos vemos ahorcados en un vacío sin apoyos para nuestros pies. Nuestro señor Don Rodrigo pretende además del precio por las tierras, asegurarse compensaciones futuras por todos aquellos trabajadores formados con los dineros de la Corona, sobre cualquier fruto a que de lugar esta tierra y demás parabienes que traiga el esfuerzo de las mujeres, hombres, niños y ancianos de esta comarca y del nuevo Señor. Y, claro, Majestad eso está haciendo muy difícil que ser humano alguno con sentido común del que le pudo dotar nuestro Dios, acepte estas condiciones. Y entre tanto sembramos con los útiles en malas condiciones, damos de comer cáscaras de altramuces a nuestro débil ganado y comemos, los que más, de aquellas cáscaras que sobran.Majestad, entendemos que es de Ley que todo hombre pida precio por lo que es suyo, pero no es de Justicia que sus pretensiones sean desmedidas y llenas de avaricia cuando en aquello que dice poseer y lo que de ahí salió se suman tantos esfuerzos y dineros que no salieron de sus espaldas y sus bolsillos.… sin que necesariamente tenga que ser extrapolado a cualquier situación del presente.Foto: Archivo cadistasfinos.com «JUEGA LIMPIO. Por favor, si tomas esta noticia para otra publicación, cita procedencia.»
Autor:José Ramón López